En Chillán, la construcción de edificios en zonas como Lomas de Oriente y Vicente Pérez Rosales ha crecido con fuerza en 2023–2025. Sin embargo, la infraestructura moderna no siempre se traduce en seguridad moderna. Los administradores coinciden en un problema cada vez más visible: los accesos peatonales fallan justo cuando más se necesitan, especialmente entre las 18:00 y las 21:00, momento en que delivery, visitas reiteradas y residentes se mezclan en un flujo difícil de controlar.

Aunque muchas de estas comunidades se inauguraron con sistemas digitales básicos, la presión diaria ha demostrado que no basta con tener cámaras y un portón eléctrico. Lo que está ocurriendo en Chillán es un síntoma de algo mayor: un déficit operativo en el control de ingreso que se repite en ciudades con crecimiento inmobiliario acelerado.
1. La hora punta: el “embudo” que hace colapsar cualquier acceso
Entre las 18:00 y 21:00, los edificios de Lomas de Oriente y Vicente Pérez Rosales reciben simultáneamente:
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repartidores de aplicaciones
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visitas que llegan del trabajo
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residentes entrando y saliendo en minutos
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técnicos que realizan trabajos al final del día
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proveedores internos que regresan a firmar salida
En ese flujo, los accesos peatonales se transforman en un embudo sin control real, donde la validación deja de ser efectiva.
Lo que ocurre, según administradores locales, es que personas desconocidas ingresan simplemente “pegadas” detrás de un residente. Este fenómeno —tailgating— también ha sido observado en zonas más grandes del país, y está documentado en Control de Acceso Peatonal | Torniquetes, QR y Seguridad para Edificios 2025, donde se describe cómo los torniquetes y el QR dinámico reducen exactamente este tipo de filtraciones.
2. El paralelismo con Santiago: zonas seguras que son seguras por dentro
Un fenómeno interesante es que Chillán está empezando a reproducir un patrón que ya se vio en la capital.
En Zonas seguras en Santiago | Cómo el control de visitas marca la diferencia en 2025, la evidencia muestra que no es la comuna la que define el nivel de protección, sino el nivel de trazabilidad interna del condominio.
En otras palabras:
Una comunidad con buen control de flujo es más segura que una comunidad ubicada en un “buen barrio” pero con protocolos débiles.
Lo mismo está pasando en Chillán.
Algunos edificios nuevos en sectores prestigiosos de la ciudad mantienen accesos vulnerables simplemente porque no existe una gestión real del ingreso peatonal, y el sistema queda al borde del colapso a la hora punta.
3. Lo que ocurre cuando la infraestructura es moderna… pero el control no
La tecnología instalada en varios edificios de Chillán es nueva, pero la operación no siempre está actualizada.
Muchos administradores señalan fallas como:
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portones peatonales que no cierran automáticamente,
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lectores QR mal ubicados,
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ausencia de torniquetes en edificios de alto flujo,
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validación manual en momentos de congestión,
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registros incompletos de visitas recurrentes,
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cámaras sin cobertura del acceso lateral.
El resultado es una percepción equivocada:
"Edificio nuevo = acceso seguro".
El problema es que la modernidad en construcción no garantiza modernidad en control.
Esto se relaciona directamente con lo analizado en Accesos vulnerables en Viña del Mar | Ingresos no autorizados en edificios antiguos, donde los accesos fallaban por antigüedad, mientras que en Chillán fallan por saturación.
Diferentes causas, mismos resultados:
ingresos no autorizados.
4. Delivery: el factor que más presión genera en Chillán
Administradores locales coinciden en que el delivery es hoy el mayor quebradero de cabeza.
El flujo es tan intenso que muchos edificios terminan optando por:
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dejar entrar rápido
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evitar el registro para “no retrasar”
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abrir el acceso sin verificación
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acumular varios repartidores en el hall
Esto genera dos efectos:
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Entradas simultáneas sin control efectivo
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Desconocidos mezclados con repartidores legítimos
En algunos casos, administradores reportan que las personas ingresan diciendo “vengo a entregar comida” sin ser realmente delivery, aprovechando el caos del horario punta.
5. La trazabilidad es el límite: por qué Chillán necesita control digital
Lo que diferencia a los edificios nuevos que funcionan bien de los que no, es que los primeros utilizan:
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QR temporales
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torniquetes que impiden el ingreso por arrastre
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registros digitales con expiración automática
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verificación previa de proveedores
Estos elementos no requieren edificios de lujo, solo procesos operativos modernos.
De hecho, varias comunidades de Chillán han comenzado a implementar estos sistemas con apoyo técnico de Federal Access, especialmente en zonas con crecimiento explosivo de nuevos residentes.
6. ¿Por qué Lomas de Oriente y Vicente Pérez Rosales están en el centro del problema?
Estas zonas concentran:
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edificios nuevos con alta densidad
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familias jóvenes con alto uso de delivery
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residentes que trabajan lejos y vuelven en horario punta
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proveedores que realizan trabajos hasta tarde
Además, muchos proyectos inmobiliarios entregados entre 2021 y 2024 tienen accesos peatonales de diseño estrecho, donde es difícil controlar quién cruza detrás de quién.
Es un problema estructural, no solo operativo.
Conclusión
Chillán está experimentando lo que pasó en Santiago hace algunos años:
edificios modernos que pierden control por saturación, no por antigüedad.
Los accesos peatonales fallan porque:
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el flujo supera la capacidad,
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la validación se desordena,
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el registro se omite,
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y la tecnología no está integrada al protocolo diario.
Cuando se implementa control digital real —QR, torniquetes, trazabilidad— el flujo deja de ser un problema y la seguridad vuelve a ser predecible.
Chillán no necesita más infraestructura para mejorar:
necesita mejor gestión de accesos, y ahí es donde soluciones técnicas como las de Federal Access están marcando la diferencia para 2025.